sábado, 15 de octubre de 2011

Lágrima Indómita





Las flores se ciernen sobre sí mismas
mientras el prelado mayor se hunde en horizonte,
mi vigilia acecha y estremece mi paz,
esta agonía paralítica y deudora.
 
Los muebles se reconfiguran
y guiñan un ojo en pos de futuros,
la cambiante marea cesó y llego a la orilla..
 
El cambio ofrece blancas paredes,
vírgenes playas a ser llenadas, colmadas,
por esos turistas que se quedarán
hasta que cada estrella firme el contrato.
 
Pasado el pesar, grandioso,
de murallas infranqueables,
el corazón que ya no es negro,
que había sido limpiado y domado,
y que había crecido tanto;
apareció vacío y cerrado,
furioso y sin ganas
de llenarse con nuevos recuerdos.
 
Pude vivir y soportar
batallas incandescentes, conmigo mismo,
anhelando esa lágrima cautivadora,
pero no de dolor,
sino ese ceder y ese estremecer
que me dicen, me aclaman,
que este corazón ya esta listo para amar...
 
 
Rumiantes en Gólgota
ya pararon de comerse
esos podridos cadáveres,
el campeón ya otorga medallas
a este débil apaciguador..
 
Ante el momento de un encuentro
esperado por años,
tan hermoso y libertino,
se enciende esa mecha, esa antorcha,
mediante un profundo inhalar
que es seguido por una lágrima indómita.
 
Ese surco de agua
tan cercana, y tan extrañada,
que reconfigura mis bienes y me atrae
hacia el glorioso momento
donde no queda más que esperar,
ir cerrando esos libros abiertos
y tan solo escribir en los más
esperanzados.
 
De ahora en más podrán encontrar a cierto juglar
encerrado en esta biblioteca enorme,
reescribiendo mediante pasiones
y encorvado, fijo ante la luz
de este tesoro aún no entregado.
 
Ya muere por contar a alguien
sobre estas riquezas,
para que puedan ser cargadas,
y llevadas hacia otro corazón,
donde descansarán eternamente.

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