sábado, 15 de octubre de 2011

Se Tuerce mi Alma





I

Llego sin alma y estallo en mil pedazos como un vidrio,
llego a casa y mi único amigo es el frío,
por dentro me resecan las ganas de llorar,
por fuera me embadurna una tertulia aceitosa y hedionda.

Sigo de frente, de pie, aunque sin poder hablar,
sin saber pensar, sin comprender lo que pasa,
de repente soy culpable de lo que ni siquiera pienso,
ni siquiera anhelo, ni siquiera sueño, solo en su mente pasa,
y debo asentir con la cabeza aunque no pase en la realidad,
tengo que hacer caso de su película,
seguir la corriente y reparar mi supuesto error,
para ser feliz.

Abrazo fuerte mi saco de sueños,
mi contenedor de lágrimas,
como si en verdad fuera ella,
como si mi almohada tuviera
extremidades para responder mi abrazo,
como si me hablara al corazón,
como si dijera "ya paso".

Se tuerce mi alma se enfurece,
no entiende como la dejé pasar, como la dejé irse,
sin demostrarle cuanto de su fuego me quema,
cuanto de su agua me ahoga,
cuanto de su aire respiro,
cuanta de su tierra piso.

Se fue sin decir un verdadero adiós,
se fue y no supe correr y subir con ella,
solo lloré y dí un golpe, solo me lamenté.








II

Tinieblas surgen
con olas en su vientre, con alas en su pecho,
tinieblas tan mías, tan cautivadoras, tan mierda,
tinieblas que me hablan del fin de todo.

De pronto mi ángel, mi cupido, me pellizca,
me dice levantate, corré! saltá! empujá! gritá!
cae en realidad y liberá tu mente,
entrá en situación, salvate!

Cómo no hacer caso
cuando solo se contemplaba
la quemazón de plumas pétreas?
Cómo levantar vuelo
después de esa caída estrepitosa,
que no levantó ningún llanto,
sino miles de porqués?

Cómo convencer a mi musa de que es ella,
la que endulza mi miel, la cual corre por mis venas,
de que es ella la que encanta mis ojos
fijos en su mirada tan tersuave,
tan tímida y lujuriosa a la vez?

Cómo desvanecer ese muro firme,
de odio, de inseguridad,
como pisar ese muelle de su río tan brilloso,
como llegar a sus brazos tan deseados?

Cómo dejarla ir sin decirle una y mil veces,
sos la estrella que irrumpe mi hogar,
sos la estampida que tira mis árboles,
sos la risa que condice mi afecto,
sos la luminosidad que señala mis ánimos?
Cómo dejarla ir sin besarla!
Cómo la dejé ir?

Por qué no supe decirle con palabras lo que siento?
Porqué no puedo parar de llorar, de babear mis sábanas,
de ver mi pantalla tan nublada, de sentir rota mi alma?
Acaso aquellas palabras no le sirvieron para su ecuación?
Acaso no es solo el problema de mi boca tan estúpida?
Acaso sea algo más?
Porqué tirar por la borda todo el esfuerzo mutuo,
solo por una falta de atención mía?








III

Me asustó su voz, tan acusadora tan volátil,
tan célebre, tan burlona, tan en contra de mi vivir.
Me asustó mi lengua, tan muda, tan cariñosa y no filosa,
tan enmarcada en el miedo de perderla.
Me asustó su huida, tan desafiante tan sola,
tan fogosa, tan rápida y destellante.

Me asustó no encontrarla, nadie había, todo vacío,
tomé mi muñeco, recorrí pasillos,
busqué su alma tan rosada entre las amarillas,
busqué su cabecita de algodón, sus hombritos de lana,
sus patitas de porcelana, su andar de maravillas,
tomé mi cabeza y golpeé mi cráneo,
algo faltaba, la idea de recuperarla.

La seguí de atrás, la asusté en la mirada,
la enfrenté sin sabores, la falté de su importancia,
le rogué, supliqué sus oídos, su atención,
aunque ninguna palabra hubiera salido de mi boca,
solo quería su amor atento a lo que yo diga,
sus ojos atentos a mis malabares,
su risa atenta a mis locuras.

Descubrí que mi humanidad no basta,
que solo deseaba no verme, que quería irse a casa.
Me desilusioné de vivir, me faltó mi estómago.
Supuse que así debió ser siempre:
no valgo más que mis palabras, hasta las escritas.

Le entregué su regalo mas preciado por mí,
como para que una parte mía siga con ella,
mas la dejé ir nuevamente, y van miles,
la dejé ir físicamente, mas no en el éter,
mi corazón seguía junto a ella, no supe irme,
volví, me caí de rodillas, o sentado,
no supe irme una vez más, tenía que verla partir,
por si mi cerebro llegaba a la conclusión de gritar u observar.

No supe quedarme y crucé la avenida, sin mirar,
no supe llegar y caí nuevamente,
me miraron sus huéspedes,
garronié mi pulso y golpeé el asfalto con mis cargas,
atendí mis ganas de llorar con un no inmenso,
no desfallecería, no más,
mi situación era de observante, respetuoso y agachado,
como no queriendo ser visto,
pero vistiendo de rojo intenso.






IV

El tiempo se hizo eterno, su carro no llegaría nunca,
pude vivir una vida allí sentado en el borde de un océano,
donde grandes peces acariciaban mis pies con fauces enormes,
lágrimas se contenían en mi ser por miles,
y miradas a lo lejos no terminaban de llegar en el mismo minuto.

Dios, como rogué que viniera corriendo hasta mi!
Que me abrazara como nunca!
Que olvidara todo y viviera conmigo para siempre!

Como si Dios fuese rey, o como si diablo fuese destino,
morí al fin, al verla partir de nuevo,
esta vez con un sabor amarguísimo,
con la garganta hecha añicos,
mis dientes choqué con mis cadenas.

Quería solo saber el porqué, porqué todo esto,
este sufrimiento sin sabor, sin nada.

Porqué tanta felicidad la mitad de la noche
e infierno la madrugada y amanecer?
Porqué no podía estar junto a ella?

Supe en ese instante que los días no valen nada,
que verla partir lo fue todo,
que solo espero verla llegar alguna vez más,
para luego verla partir de nuevo,
pero diciendo adiós y hasta entonces...




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